Aunque de primeras el verano sea una de nuestras estaciones preferidas, es cierto que tiene una cara B bastante problemática. Y es que el calor asfixiante es el responsable de que no podamos dormir bien y descansar todo lo que debiéramos.
Toca armarse de paciencia y esperar a que cambie el tiempo, aunque mientras tanto también hay una serie de medidas que puedes poner en práctica en tu dormitorio y no dar toda la noche por perdida. ¡Vamos a verlas!
Ventilar a diario
Sea la estación del año que sea, por cuestiones de higiene y salud es imprescindible ventilar todos los días el dormitorio. Hazlo a primerísima hora de la mañana durante unos diez minutos, ya que es el tiempo necesario para renovar el aire de la estancia.
Después de hacer la cama cierra bien las ventanas, corre las cortinas y baja la persiana todo lo que puedas, en especial a las horas en que el sol incide más sobre esa habitación. Si tienes toldo no dudes en bajarlo también. Al terminar el día, también puedes ventilar de nuevo pero solo cuando se haya ido el sol.
Dormir con la ventana abierta
Hay quienes tienen la costumbre de dormir con la ventana abierta. Pero, atención, esto no será nada recomendable en el caso de que haga más calor fuera que dentro, siendo preferible cerrar la ventana. De igual modo, si tienes aire acondicionado mantén las ventanas cerradas así como la puerta del dormitorio para que se escape el fresquito.
Otra opción muy socorrida es procurar que haya algo de corriente entre la ventana del dormitorio y otra habitación, siempre y cuando no te encuentres en medio. Abrir la ventana del baño también es buena idea.
Aire acondicionado y ventiladores
Aunque el aire acondicionado se posiciona como la solución perfecta frente a las noches calurosas, los expertos aseguran que no es lo más recomendable ya que puede resecar las mucosas o provocar otras molestias como lumbalgia.
Lo recomendable es encenderlo un rato antes de ir a la habitación para que al acostarte puedas disfrutar de una temperatura agradable. Asegúrate de apagarlo cuando ya estés en el dormitorio.
Otra solución son los ventiladores de toda la vida, tanto los verticales como los de techo (entre los que encontrarás modelos muy decorativos). Una de sus ventajas es que suelen ser modelos silenciosos que mueven el aire de la habitación con suavidad. Al mantener la temperatura estable, refrescan el ambiente pero sin pasar frío.
Renueva tu ropa de cama
Si ya has preparado tu casa para el verano, seguramente este punto ya lo tengas cubierto. Aun así, no está de más que le eches un vistazo.
Lo ideal es que las sábanas sean ligeras y estén elaboradas con fibras naturales ya que proporcionan una mejor transpiración. Elegir tonos claros como blanco, beis, y colores pastel como amarillo, coral o azul, te ayudará también a crear una atmósfera visualmente más refrescante.
Utiliza solo una sábana y una colcha fina de algodón, que puede retirarse en el momento de dormir. Aunque tiendas a dormir destapado y encima de la cama, mejor es que tengas a mano la sábana por si refresca de madrugada.
Si bien lo habitual es cambiar las sábanas cada semana, si lo consideras necesario puedes hacerlo con mayor frecuencia. En cuanto a la ropa de dormir, elige prendas cómodas y ligeras.
Algunos consejos antes de dormir
Además de todo lo anterior, hay una serie de consejos que ayudan a conciliar el sueño, incluso cuando hace mucho calor.
Uno de los más populares es el relativo a la cena. Procura hacerlo entre dos y tres horas antes de ir a dormir, y siempre de forma liviana. Ducharse con agua templada antes de dormir sería otro de ellos. Aunque te tiente hacerlo con agua fría, evítalo ya que los cambios bruscos de temperatura nunca son aconsejables.
Evita el calor todo lo que puedas, por ejemplo desenchufando los aparatos eléctricos y manteniéndote alejado de los dispositivos electrónicos.
Para terminar, si te ayuda a conciliar el sueño puedes leer un libro o poner en práctica ejercicios de respiración. Una fragancia cítrica, jazmín o lavanda también contribuirán a que te relajes.
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